Partition complète, El reloj de Lucerna, Drama lírico en tres actos
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Partition complète, El reloj de Lucerna, Drama lírico en tres actos

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Description

Visionnez la partition de El reloj de Lucerna partition complète, lyrique drames, fruit du travail de Marqués, Miguel. Cette partition romantique écrite pour les instruments tels que: orchestre, chœur, solistes vocaux
Cette partition compte différents mouvements: 3 Acts et est classée dans les genres
  • lyrique drames
  • Stage travaux
  • opéras
  • lyrique opéras
  • pour voix, chœur mixte, orchestre
  • partitions pour voix
  • partitions chœur mixte
  • partitions pour orchestre
  • pour voix et chœur avec orchestre
  • Spanish langue

Retrouvez dans le même temps une grande sélection de musique pour orchestre, chœur, solistes vocaux sur YouScribe, dans la catégorie Partitions de musique romantique.
Date composition: ca. 1884
Edition: Madrid: Zozaya, 1884. Plate Z. 1064. y 1079. Z.
Libbretiste: Marcos Zapata (fl. 1890)

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Licence : Libre de droits
Langue Español
Poids de l'ouvrage 12 Mo

Extrait

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" '^y mío de los primeros dias del mes de Marzo de 18GS, la Sociedad de Conciertos hallábase reunida bajo la
dirección de su fundador, el maestro Barbieri, en el local que ocupa el Fomento de las Artes. La orquesta
ensayaba algunas del repertorio dedicaba especial atención á una composición instrumentalpiezas quey
debía estrenarse muy en breve : el Scher~o fa?itástico, de Monasterio, que, en su calidad de autor, asistía al
¡ayo.
Terminado éste, fueron destilando unos tras otros los profesores de la orquesta, quedando únicamente en el frió y
desabrido local, Barbieri, Monasterio un profesor de violin, el penúltimo de los violiues primeros, joven, raido dey
ropa enjuto de carnes, que en aquel momento se ocupaba en enfundar su instrumento para abandonar, como sus compa-y
ñeros, el local.
(1) Apuntes biográficos tómalos del libro, Tai Opera española la música dramática m España m el siglo xix. que publica La Correspondenciay
Musical.ii BIOGRAFÍA
— ver. Tú que lias laVamos ;i fundado Sociedad de Cuartetos conoces tan á fondo la música clásica, ¿por qué no es-y
cribes algo de concierto en ese género?
hacía esta preguntaQuien era Barbieri, el interlocutor á quien iba dirigida, Monasterio. Con exquisita modestia,y
éste que la tarea era superior sus fuerzas, añadiendoreplicó á que aun cuando para emprenderla se hubiera sentido capaz,
hiciéranle retroceder en el acto los nombres de Haydn, Mozart, Beethoven Mendelssohn que á cimas inaccesibles ha-y
,
bían elevado las bellezas del género.
breveEl profesor de violin escuchó el diálogo, acabó de enfundar el instrumento salió ¡i la calle. Llevaba grabada eny
la mente la pregunta de Barbieri.
Una pieza clásica de concierto ! Una sinfonía ! ¿Y por qué no había de escribirla Monasterio? Si él se hubiese
llama; ; ;
¡Si él hubiera tenido el talento famado Monasterio! la europea del célebre artista!y
Todo esto se decía aquel pobre modesto profesor, aquel ser entumecido enclenque que ganaba catorce reales diariosy y
el la Zarzuelaen teatro de acababa de llegar de París con el objeto de ganar su subsistencia, al amparo único de suy
decrépito violin.
¡Escribir una sinfonía! Esta idea se arraigó en su espíritu constituyó para artista una obsesión, una pesadilla. Eny el
calle, en el teatro, en la cama, así sin cual pruritola en las horas de actividad, como en las de reposo, perseguíale cesar
irresistible, cual antojo de embarazada. Era una especie tenía todos los caracteres de una apo-de congestión musical que
plejía artística.
á trabajar para calmar aquella comezón, contra la cual era inútil toda Sin esfuerzo alguno, con unaPúsose rebeldía.
fluidez natural corriente, como si aquel desahogo obedeciese á una imperiosa necesidad de su espíritu, las ideas meló-y y
se sucedían unas otras casi sin interrupción, los alicientesdicas á hallaban en la armonía en el ropaje instrumentaly y
que su interés expresión reclamaban perentoriamente.y
Al cabo ile algunos meses, la sinfonía el pobre violinistaestaba terminada puesta en partitura. Poco tiempo después,y
que ganaba catorce reales diarios en el coliseo la en la copia de las partesde calle de Jovellános, invertía veintisiete duros
de orquesta, se propinaba el lujo de contemplar á todas horas aquel rimero de papeles que contenía el fruto de una vio-y
lenta irresistible gestación. — .é
La obra estaba terminada, las copias flamantes. ¿Y qué? ¿Qué había conseguido con ello el pobre artista? Su
imaginación, tras de aquel desahogo enorme, se hallaba ya tranquila, tan tranquila, como el bolsillo después de una evacuación
de veintisiete duros, robados á las necesidades imperiosas del diario sustento. Pero ejecutar la sinfonía ¿cuándo y
dónde ?
La idea de declararlo á la aterrorizaba. en cuatro tiempos! ¡Una sinfonía igualSociedad de Conciertos, le ¡Una sinfonía
en el corte material á las de los grandes clásicos alemanes! ¿Qué calificación merecería de sus compañeros aquella osadía
sin ejemplo?
Era necesario mantener á todo trance el secreto. llamó á un mozo de cuerda, hízole cargar con todas las copias,Un día
mandóle hacer entrega de ellas al Secretario de la Sociedad, con un respetuoso anónimo, en el cual suplicaba á la Juntay
Directiva se sirviese examinar ejecutarse enla obra ver si era digna de público.y
Hecho esto, esperó. Pasaron dias dias, nada. tínico que supo es que el Secretario de la Sociedad había remi-Loy y
ansias deltido la obra á Monasterio, que había reemplazado á Barbieri en la dirección de los conciertos. Para calmar las
noticia, trascurría el tiempo nada llegaba á sus oidos que se refiriese ápretendiente, era menguada la tanto más cuanto y
la obra presentada.
Se años atrásdecidió, para mitigar su afán, á visitar á Monasterio. Hay que advertir que el célebre artista había sido
profesor de violin del autor de la sinfonía.
natural desemba-Después de acostumbradas buena educación, preguntóle con el aire máslas frases entre personas de y
razado, pero con nna emoción fácil de comprender :
- Y diga Y.. D. Jesús, ¿prepara Y. algo nuevo conciertos? ¿Ya Y. á dar alguna obra nueva? ¿Tiene Y. algo?para los
— han mandado. Míre-Hombre, no. contestó Monasterio. No tengo nada nuevo. Es decir, sí: hay una obra que me
la Y., ésa es.
\ señaló, en efecto, la sinfonía hallaba sobreque se una mesa.: !
F niB I O G R A I A
se constituía tantos afanes,volver los ojos hacia donde encontraba el cúmulo de papeles que el fruto deAl oir aquello y
sintiendo la suse atrevió á pronunciar una, palabra, que emoción embargaba ánimo, se despidiódesdichado autor no yel
Monasterio salió con el corazón lleno de zozobra.precipitadamente de y
más el silencio. Era preciso lomar una determinación ver de uuevo áVolvieron ¡i trascurrir algunos días continuó yy
misapero sin infundir sospechas? El autor de la sinfonía sabia que Monasterio oía los domingos enMonasterio, ¿eómo
al lado del agua bendita, ofreciósela á Monasterio cuando éste salía, entablada con-Fué á la iglesia, eoloeóseSantiago. y
sin vacilarambos, invitóle aquél á subir á su easa, invitación que fué aceptada, como puede suponerse, unversación entre
instante.
que jugar todo por el todo.Había el
— tenía algo nuevo losJesús, ¿no me dijo V. que para conciertos?Don
— — Monasterio señalando el consabido montón de papel rayado.Sí, eso dijo
— Pues bien eso es mió.
;
— De V. ? ¿Y qué es eso?¿
— unaEso es obra.
— ¿Pero V. se ocupa de composición?
— quiero que se toque Quiero únicamente que la vea V., si le gusta, que se ensaye, paraEstudio algo Pero no y
oiría, nada más que para oiría Pero, por Dios, que no lo sepan mis compañeros !
¡
aquella angustia á par que aquella modestia tan delicada, su alMonasterio, conmovido al contemplar tendió mano
joven díjoley
— mañana miraremos.Venga V. lay
siguiente cita presentabaen efecto, á las nueve de la mañana del dia nuestro hombre acudió puntualísimo á la seY y
de Monasterio, donde casualmente se Judiaba también el hábil pianista compositor D. Adolfo de Quesada, condeen casa y
de San Rafael de Luyanó.
al piano, ejecutóla sinfonía, que produjo extraordinario efecto, con la promesa de Monasterio tic quePúsose éste y se
ensayaría en breve, marchóse loco de alegría el autor, no sin haber repetido al maestro con tono de vehemente súplica
:
— Dios mis compañerosQue no lo sepan por ,
¡ ,
después, los profesores de la Sociedad de Conciertos veían con sorpresa en los atriles las partes de orquestaPocos días
rezabande una gran sinfonía en cuatro tiempos. ¿Quién era el autor? No lo ni la partitura ni los papeles sueltos. Los
á Eslava, otros á Monasterio, algunos á Brull. Leyóse el primer tiempo, su estructuraunos la atribuían los claray y
melodiosa, llena de viveza de interés, aguijoneó la curiosidad general.y
?— preguntaron Monasteri¿De quién es esto? á or
— —Vamos al andante contestó el maestro.
terminarse la apasionada bellísima melodía en conY comenzó, en efecto, el andante; pero al la bemol, sus dramáticosy
arranques, estalló una verdadera revolución. Los profesores dejaron sus intrumentos para aplaudir estrepitosamente,
y
dirigiéndose tumultuosamente á Monasterio, gritaron :

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