These are not good times for the leaders of Brazil and the United States
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Quinta Columna / Política Publicado en AméricaEconomía 16 de diciembre de 2005 Menos a la izquierda América Latina está actualmente comenzando un círculo activo de elecciones presidenciales que continuarán durante 2006. El respaldo recibido por el Susan presidente de Argentina, Néstor Kirchner, en las elecciones parlamentarias de Kaufman Purcell Directora octubre por un amplio margen reforzó la creencia de que América Latina se del Centro de está moviendo más hacia la izquierda. Estudios de Política Hemisférica de la Además, hasta hace poco tiempo, parecía un resultado inevitable que Bolivia, Universidad de Miami Chile y México elegirían a presidentes nuevos en los meses venideros, quienes en el mejor de los casos se podrían caracterizar como centroizquierda, o en el peor, como izquierdistas radicales. Esta percepción se reforzó con la intensa cobertura mediática del presidente Chávez en la Cumbre de Mar del Plata y la virtual ausencia de una cobertura similar de los líderes latinoamericanos más moderados. Más recientemente, sin embargo, el panorama electoral ha comenzado a cambiar. Evo Morales, radical, antiestadounidense, líder cocalero, indigenista y aliado de Hugo Chávez, permanece como el candidato con mayor apoyo en Bolivia. No obstante, la brecha entre él y el ex presidente interino Jorge Quiroga se ha estrechado. Un proceso similar ha ocurrido en Chile, donde parece menos probable que Michelle Bachelet, la candidata socialista ...

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Quinta Columna / Política Publicado en AméricaEconomía 16 de diciembre de 2005 Menos a la izquierda América Latina está actualmente comenzando un círculo activo de elecciones presidenciales que continuarán durante 2006. El respaldo recibido por el Susan Kaufman Purcellpresidente de Argentina, Néstor Kirchner, en las elecciones parlamentarias de Directora octubre por un amplio margen reforzó la creencia de que América Latina se del Centro de está moviendo más hacia la izquierda. Estudios de PolíticaHemisférica de la Además, hasta hace poco tiempo, parecía un resultado inevitable que Bolivia, Universidad de MiamiChile y México elegirían a presidentes nuevos en los meses venideros, quienes en el mejor de los casos se podrían caracterizar como centroizquierda, o en el peor, como izquierdistas radicales. Esta percepción se reforzó con la intensa cobertura mediática del presidente Chávez en la Cumbre de Mar del Plata y la virtual ausencia de una cobertura similar de los líderes latinoamericanos más moderados. Más recientemente, sin embargo, el panorama electoral ha comenzado a cambiar. Evo Morales, radical, antiestadounidense, líder cocalero, indigenista y aliado de Hugo Chávez, permanece como el candidato con mayor apoyo en Bolivia. No obstante, la brecha entre él y el ex presidente interino Jorge Quiroga se ha estrechado. Un proceso similar ha ocurrido en Chile, donde parece menos probable que Michelle Bachelet, la candidata socialista que pelea con dos oponentes conservadores, sea elegida en la primera vuelta (al cierre de esta edición, la votación no se había llevado a cabo). Y en México, donde las encuestas le daban sostenidamente a López Obrador, el candidato de izquierda, una gran supremacía sobre los otros aspirantes, la selección de Francisco Calderón para ser el candidato conservador del PAN ha llevado a los tres principales postulantes a la presidencia a un caluroso y estrecho empate. Es interesante analizar las posibles causas qué han diezmado el apoyo a los candidatos de izquierda. En el caso de Chile, algunos analistas han argumentado que los votantes son todavía demasiado tradicionales para elegir a una mujer como presidente. Tal vez. Pero el aumento del apoyo boliviano a los candidatos conservadores debe de haber sido provocado por temores de como presidente a un izquierdista aliado de Hugo Chávez. En México, la repentina entrada de un candidato conservador atrayente le ha dado a la clase media mexicana –que no quería votar por un candidato de izquierda o por el candidato del removido PRI– una alternativa aceptable. Aunque de estas tres elecciones surgieran presidentes de izquierda, es claro que las poblaciones de cada uno de estos países están dividida (reconociendo que Chile está mucho menos polarizado que Bolivia e incluso que México). Tales divisiones pueden ser buenas o malas. Pueden ser malas si paralizan los estamentos políticos y si generan una situación en que nadie pueda tomar decisiones, lo que, además, puede producir desilusiones hacia las políticas democráticas. Desde otra perspectiva, sin embargo, un gobierno dividido puede ser bueno si esto fuerza a la negociación, y al compromiso y la construcción de consensos. Si tales procesos producen buenas políticas, se fortalece la legitimidad del gobierno democrático. América Latina necesita gobiernos de izquierdamoderados, no radicales. Los izquierdistas
radicales están demasiado comprometidos con “cambiar el modelo” a uno que concentre el poder económico y político en manos del Estado. Estos tienden también a tener un conocimiento mesiánico de que esto es lo mejor o la única forma de terminar con la pobreza. Aunque tales gobiernos a menudo consigan dar más beneficios a los pobres, sus políticas son generalmente muy costosas, disruptivas y, últimamente, económicamente insostenibles. Pero como muchos latinoamericanos permanecen en la pobreza, se mantienen muy vulnerables ante la aparición de los candidatos de la izquierda radical, quienes prometen darles lo que no tienen. Mientras esta situación persista, las democracias latinoamericanas continuarán frágiles y débilmente institucionalizadas, obligando a sus economías a seguir moviéndose entre ciclos de rápida expansión y contracción. Por esto es importante para América Latina elegir líderes que, mientras se comprometan con terminar la pobreza, lo hagan de formas menos disruptivas. Ésta es otra forma de decir que América Latina necesita más gobiernos moderados, de derecha o izquierda, con conciencia social. La realidad, sin embargo, es que el gran número de pobres ocupan el centro de gravedad de la política latinoamericana, y antes que a la derecha o al centro, entregan a los candidatos de izquierda generalmente una mayor aceptación. Una excepción es el caso de país Colombia, donde la seguridad personal es el tema principal. No obstante, dada la desafortunada vulnerabilidad de América Latina hacia la izquierda radical, los gobiernos divididos se podrían convertir en una buena cosa.
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