Marianela
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The Project Gutenberg eBook, Marianela, by Benito P rez Gald s � �This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and withalmost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away orre-use it under the terms of the Project Gutenberg License includedwith this eBook or online at www.gutenberg.netTitle: MarianelaAuthor: Benito P rez Gald s � �Release Date: December 17, 2005 [eBook #17340]Language: SpanishCharacter set encoding: ISO-8859-1***START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK MARIANELA***E-text prepared by Chuck GreifMarianelaPorBenito P rez Gald� s �Imprenta y Litograf a de La Guirnalda �Madrid1878-I-PerdidoSe puso el sol. Tras el breve crep sculo vino tranquila y oscura la �noche, en cuyo negro seno murieron poco a poco los ltimos rumores de la �tierra so olienta, y el viajero sigui� adelante en su camino, �apresurando su paso a medida que avanzaba la noche. Iba por angostavereda, de esas que sobre el c sped traza el constante pisar de hombres �y brutos, y sub a sin cansancio por un cerro en cuyas vertientes se�alzaban pintorescos grupos de guinderos, hayas y robles. (Ya se ve queestamos en el Norte de Espa a.) �Era un hombre de mediana edad, de complexi n recia, buena talla, ancho �de espaldas, resuelto de ademanes, firme de andadura, basto defacciones, de mirar osado y vivo, ligero a pesar de su regular obesidad,y (d g�ase de una vez aunque sea prematuro) excelente persona pordoquiera que se le mirara. Vest a el traje ...

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The Project Gutenberg eBook, Marianela, by Benito Prez Galds This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at www.gutenberg.net Title: Marianela Author: Benito Prez Galds Release Date: December 17, 2005 [eBook #17340] Language: Spanish Character set encoding: ISO-8859-1 ***START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK MARIANELA*** E-text prepared by Chuck Greif Marianela Por Benito Prez Galds Imprenta y Litografa de La Guirnalda Madrid 1878 -I- Perdido Se puso el sol. Tras el breve crepsculo vino tranquila y oscura la noche, en cuyo negro seno murieron poco a poco los ltimos rumores de la tierra soolienta, y el viajero sigui adelante en su camino, apresurando su paso a medida que avanzaba la noche. Iba por angosta vereda, de esas que sobre el csped traza el constante pisar de hombres y brutos, y suba sin cansancio por un cerro en cuyas vertientes se alzaban pintorescos grupos de guinderos, hayas y robles. (Ya se ve que estamos en el Norte de Espaa.) Era un hombre de mediana edad, de complexin recia, buena talla, ancho de espaldas, resuelto de ademanes, firme de andadura, basto de facciones, de mirar osado y vivo, ligero a pesar de su regular obesidad, y (dgase de una vez aunque sea prematuro) excelente persona por doquiera que se le mirara. Vesta el traje propio de los seores acomodados que viajan en verano, con el redondo sombrerete, que debe a su fealdad el nombre de hongo, gemelos de campo pendientes de una correa, y grueso bastn que, entre paso y paso, le serva para apalear las zarzas cuando extendan sus ramas llenas de afiladas uas para atraparle la ropa. Detvose, y mirando a todo el crculo del horizonte, pareca impaciente y desasosegado. Sin duda no tena gran confianza en la exactitud de su itinerario y aguardaba el paso de algn aldeano que le diese buenos informes topogrficos para llegar pronto y derechamente a su destino. --No puedo equivocarme--murmur--. Me dijeron que atravesara el ro por la pasadera... as lo hice. Despus que marchara adelante, siempre adelante. En efecto, all, detrs de m queda esa apreciable villa, a quien yo llamara _Villafangosa_ por el buen surtido de lodos que hay en sus calles y caminos.... De modo que por aqu, adelante, siempre adelante(me gusta esta frase, y si yo tuviera escudo no le pondra otra divisa) he de llegar a las famosas minas de Socartes. Despus de andar largo trecho, aadi: --Me he perdido, no hay duda de que me he perdido.... Aqu tienes, Teodoro Golfn, el resultado de tu _adelante_, _siempre adelante_. Estos palurdos no conocen el valor de las palabras. O han querido burlarse de ti, o ellos mismos ignoran dnde estn las minas de Socartes. Un gran establecimiento minero ha de anunciarse con edificios, chimeneas, ruido de arrastres, resoplido de hornos, relincho de caballos, trepidacin de mquinas, y yo no veo, ni huelo, ni oigo nada.... Parece que estoy en un desierto... qu soledad! Si yo creyera en brujas, pensara que mi destino me proporcionaba esta noche el honor de ser presentado a ellas.... Demonio!, pero no hay gente en estos lugares?... An falta media hora para la salida de la luna. Ah!, bribona, t tienes la culpa de mi extravo.... Si al menos pudiera conocer el sitio donde me encuentro.... Pero qu ms da? (Al decir esto, hizo un gesto propio del hombre esforzado que desprecia los peligros). Golfn, t que has dado la vuelta al mundo, te acobardars ahora?... Ah!, los aldeanos tenan razn: adelante, siempre adelante. La ley universal de la locomocin no puede fallar en este momento. Y puesta denodadamente en ejecucin aquella osada ley, recorri un kilmetro, siguiendo a capricho las veredas que le salan al paso y se cruzaban y se quebraban en ngulos mil, cual si quisiesen engaarle y confundirle ms. Por grande que fuera su resolucin e intrepidez, al fin tuvo que pararse. Las veredas, que al principio suban, luego empezaron a bajar, enlazndose; y al fin bajaron tanto, que nuestro viajero hallose en un talud, por el cual slo habra podido descender echndose a rodar. --Bonita situacin!--exclam sonriendo y buscando en su buen humor lenitivo a la enojosa contrariedad--. En dnde ests, querido Golfn? Esto parece un abismo. Ves algo all abajo? Nada, absolutamente nada... pero el csped ha desaparecido, el terreno est removido. Todo es aqu pedruscos y tierra sin vegetacin, teida por el xido de hierro.... Sin duda estoy en las minas... pero ni alma viviente, ni chimeneas humeantes, ni ruido, ni un tren que murmure a lo lejos, ni siquiera un perro que ladre.... Qu har?, hay por aqu una vereda que vuelve a subir. Seguirela? Desandar lo andado?... Retroceder! Qu absurdo! O yo dejo de ser quien soy, o llegar esta noche a las famosas minas de Socartes y abrazar a mi querido hermano. Adelante, siempre adelante. Dio un paso y hundiose en la frgil tierra movediza. --Esas tenemos, seor planeta?... Con que quiere usted tragarme?... Si ese holgazn satlite quisiera alumbrar un poco, ya nos veramos las caras usted y yo.... Y a fe que por aqu abajo no hemos de ir a ningn paraso. Parece esto el crter de un volcn apagado.... Hay que andar suavemente por tan delicioso precipicio. Qu es esto? Ah! Una piedra; magnfico asiento para echar un cigarro, esperando a que salga la luna. El discreto Golfn se sent tranquilamente como podra haberlo hecho en el banco de un paseo; y ya se dispona a fumar, cuando sinti una voz... s, indudablemente era una voz humana que lejos sonaba, un quejido pattico, mejor dicho, melanclico canto, formado de una sola frase, cuya ltima cadencia se prolongaba apianndose en la forma que los msicos llamaban _morendo_, y que se apagaba al fin en el plcido silencio de la noche, sin que el odo pudiera apreciar su vibracin postrera. --Vamos--dijo el viajero lleno de gozo--, humanidad tenemos. Ese es el canto de una muchacha; s, es voz de mujer, y voz preciossima. Me gusta la msica popular de este pas.... Ahora calla.... Oigamos, que pronto ha de volver a empezar.... Ya, ya suena otra vez. Qu voz tan bella, qu meloda tan conmovedora! Creerase que sale de las profundidades de la tierra y que el seor de Golfn, el hombre ms serio y menos supersticioso del mundo, va a andar en tratos ahora con los silfos, ondinas, gnomos, hadas y toda la chusma emparentada con la loca de la casa.... Pero, si no me engaa el odo, la voz se aleja.... La graciosa cantora se va.... Eh! Muchacha, aguarda, detn el paso. La voz, que durante breve rato haba regalado con encantadora msica el odo del hombre extraviado, se iba perdiendo en la inmensidad tenebrosa, y a los gritos de Golfn, el canto extinguiose por completo. Sin duda la misteriosa entidad gnmica, que entretena su
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