Derroteros y viages à la Ciudad Encantada, ó de los Césares. - Que se creia existiese en la Cordillera, al sud de Valdivia.
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The Project Gutenberg EBook of Derroteros y Viages à la Ciudad Encantada by Pedro de Angelis (Editor)This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with almost no restrictions whatsoever. You may copy it,give it away or re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included with this eBook or online atwww.gutenberg.netTitle: Derroteros y Viages à la Ciudad EncantadaAuthor: Pedro de Angelis (Editor)Release Date: September 14, 2004 [EBook #13458]Language: Spanish*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK DERROTEROS Y VIAGES ***Produced by Virginia Paque and the Online Distributed Proofreading Team. This file was produced from imagesgenerously made available by the Bibliothèque nationale de France (BnF/Gallica) at http://gallica.bnf.fr.DERROTEROS Y VIAGESA LACiudad Encantada, ó de los Césares.QUESE CREIA EXISTIESE EN LA CORDILLERA,AL SUDDE VALDIVIA.Primera Edicion.BUENOS-AIRES.IMPRENTA DEL ESTADO, 1836.DISCURSO PRELIMINARA LASNOTICIAS Y DERROTEROSDE LACIUDAD DE LOS CESARES.Pocas páginas ofrece la história, de un carácter tan singular como las que le preparamos en las noticias relativas á laCiudad de los Césares. Sin mas datos que los que engendraba la ignorancia en unas pocas cabezas exaltadas, seexploraron con una afanosa diligencia los puntos mas inaccesibles de la gran Cordillera, para descubrir los vestigios deuna poblacion misteriosa, que todos describian, y nadie habia podido alcanzar.En aquel siglo de ilusiones, ...

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Publié le 08 décembre 2010
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Langue Español

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The Project Gutenberg EBook of Derroteros yViages à la Ciudad Encantada by Pedro de Angelis(Editor)This eBook is for the use of anyone anywhere atno cost and with almost no restrictions whatsoever.You may copy it, give it away or re-use it under theterms of the Project Gutenberg License includedwith this eBook or online at www.gutenberg.netTitle: Derroteros y Viages à la Ciudad EncantadaAuthor: Pedro de Angelis (Editor)Release Date: September 14, 2004 [EBook#13458]Language: Spanish*** START OF THIS PROJECT GUTENBERGEBOOK DERROTEROS Y VIAGES ***Produced by Virginia Paque and the OnlineDistributed Proofreading Team. This file wasproduced from images generously made availableby the Bibliothèque nationale de France(BnF/Gallica) at http://gallica.bnf.fr.
DERROTEROS YVIAGESA LACiudad Encantada, ó de los Césares.QUESE CREIA EXISTIESE EN LA CORDILLERA,AL SUDDE VALDIVIA.Primera Edicion.BUENOS-AIRES.IMPRENTA DEL ESTADO, 1836.
DISCURSOPRELIMINARA LASNOTICIAS Y DERROTEROSDE LACIUDAD DE LOS CESARES.Pocas páginas ofrece la história, de un caráctertan singular como las que le preparamos en lasnoticias relativas á la Ciudad de los Césares. Sinmas datos que los que engendraba la ignoranciaen unas pocas cabezas exaltadas, se exploraroncon una afanosa diligencia los puntos masinaccesibles de la gran Cordillera, para descubrirlos vestigios de una poblacion misteriosa, quetodos describian, y nadie habia podido alcanzar.En aquel siglo de ilusiones, en que muchas se
habian realizado, la imaginacion vagaba sin frenoen el campo interminable de las quimeras, y entrelas privaciones y los peligros, se alimentaban loshombres de lo que mas simpatizaba con sus ideas,ó halagaba sus esperanzas. El espectáculoinesperado de tantas riquezas, amontonadas enlos templos y palacios de los Incas, avivó losdeseos y pervirtió el juicio de esos felicesaventureros, que no contentos con los frutosopimos de sus victorias, se prometianmultiplicarlos, ensanchando la esfera de susconquistas.El contraste entre la abundancia de los metalespreciosos en América, y su escasez, tan comun enaquel tiempo en Europa, y mas especialmente enEspaña, explica esta sed inextinguible de oro enlos que marchaban bajo los pendones de Cortes yPizarro. La disciplina militar no era entonces tansevera que enfrenase la licencia del soldado, yescarmentase la prevaricacion de los gefes. Nervioprincipal del poder de los reyes, y ciegosinstrumentos de sus venganzas, los egércitosdisfrutaban de la impunidad con que suelerecompensarse esta clase de servicios, y ningunabarrera era capaz de contener el brazo de esosindómitos satélites del despotismo. Si hay quien lodude, contemple la suerte de Roma, profanada porlos soldados de un general de Carlos V, casi en lamisma época en que sus demas caudillosanegaban en sangre á regiones enteras del NuevoMundo.Ninguna de las pasiones nobles, que suelen agitar
el corazon de un guerrero, templó esa sórdidaambicion de riquezas, que cegaba los hombres, ylos hacia insensibles á los mismos males quesufrian. Los planes que se frustraban eranfacilmente reemplazados por otros no menosefímeros y fantásticos; y las últimas empresassobrepujaban casi siempre en temeridad á las quelas habian precedido. No contentos con lo muchoque habian disipado, buscaban nuevos recursospara fomentar su natural propension á los gustosfrívolos, cuando no era á los vicios ruinosos.Bajo el imperio de estas ilusiones, acogian todaslas esperanzas, prestaban el oido á todas lassugestiones, y estaban siempre dispuestos áarrostrar los mayores peligros, cuando se lespresentaban en un camino que podia conducirlos ála fortuna. Es opinion general de los escritores quehan tratado del descubrimiento del Rio de la Plata,que lo que mas influyó en atraerle un númeroconsiderable y escogido de conquistadores, fué elnombre. Ni el fin trágico de Solis, ni el número y laferocidad de los indígenas, ni el hambre que habiadiezmado á una porcion de sus propioscompatriotas, fueron bastantes á retraerlos de unpaís que los brindaba con fáciles adquisiciones.Pero pronto reconocian su error, y el vácio quedejaba este desengaño hubiera sido abrumante, sino hubiesen tenido á su disposicion un Dorado ylos Césares para llenarlo.Estas dos voces, que son ahora sin sentido paranosotros, fueron entonces el alma de muchas yruinosas empresas. Los gobiernos de Lima,
Buenos Aires y Chile, distrayéndose de lasatenciones que los rodeaban, tendian la vista háciaestas poblaciones misteriosas, reiterando susconatos para alcanzarlas; y las noticias quecirculaban sobre su existencia, eran tancircunstanciadas y concordes, que arrancaban elconvencimiento. Se empezó por repetir lo queotros decian, y se acabó por hablar como testigosoculares.De los Césares sobre todo se discurria con lamayor precision y evidencia. Eran ciudadesopulentas, fundadas, segun opinaban algunos, porlos españoles que se salvaron de Osorno y de losdemas pueblos que destruyeron los Araucanos en1599; ó segun otros, por los restos de lastripulaciones de los buques naufragados en elestrecho de Magallanes. "La ciudad principal,(puesto que se contaban hasta tres) estaba enmedio de la laguna de Payegué, cerca de unestero llamado Llanquecó, muy correntoso yprofundo. Tenia murallas con fosos, rebellines yuna sola entrada, protegida por un puente levadizoy artilleria. Sus edificios eran suntuosos, casi todosde piedra labrada, y bien techados al modo deEspaña. Nada igualaba la magnificencia de sustemplos, cubiertos de plata maciza; y de estemismo metal eran sus ollas, cuchillos, y hasta lasrejas de arado. Para formarse una idea de susriquezas, baste saber que los habitantes sesentaban en sus casas en asientos de oro!Gastaban casaca de paño azul, chupa amarilla,calzones de buché, ó bombachos, con zapatosgrandes, y un sombrero chico de tres picos. Eran
blancos y rubios, con ojos azules y barba cerrada.Hablaban, un idioma ininteligible á los españoles yá los indios; pero las marcas de que se servianpara herrar su ganado eran como las de España, ysus rodeos considerables. Se ocupaban en lalabranza, y lo que mas sembraban era ají, de quehacian un vasto comercio con sus vecinos.Acostumbran tener un sentinela en un cerroinmediato para impedir el paso á los extraños;poniendo todo su cuidado en ocultar su paradero,y en mantenerse en un completo aislamiento. Apesar de todas estas precauciones, no habianpodido lograr su objeto, y algunos indios yespañoles se habian acercado á la ciudad hasta oirel tañido de las campanas!"Estas y otras declaraciones que hacian, bajo dejuramento, los individuos llamados á ilustrar á losgobiernos sobre la Gran Noticia, (tal era entoncesel nombre que se daba á este pretendidodescubrimiento) excitaron el celo de lasautoridades, y la mas viva curiosidad del público.Este fervor, y los proyectos de expediciones que lefueron consiguientes, empezaron con el siglo XVII,y continuaron hasta el año de 1781, en que laCorte de España encargó al Gobierno de Chile detomar en consideracion las propuestas del capitanD. Manuel Josef de Orejuela, que solicitabaauxilios de tropa y dinero para emprender laconquista de los Césares. Con este motivo sepasaron al Fiscal de aquel reino nueve volúmenesde autos, que se conservaban en los archivos,para que aconsejase las medidas que lepareciesen mas conducentes á llenar los objetos
consultados. Este magistrado procedió en suexámen con los principios del criterio legal, que noduda de lo que se apoya en declaraciones juradas,explícitas, concordes y terminantes. Lasobjeciones que se hacian contra estos asertos leparecieron cavilaciones de hombresacostumbrados á dudar de las cosas masevidentes. Puso en cotejo la incredulidad con quese oyeron los vaticinios de Colon sobre laexistencia de un nuevo mundo; los muchos éimportantes descubrimientos debidos á las solasindicaciones de los indios, y buscó en la historia delos naufrágios célebres una explicacion fácil alorígen de estas poblaciones ocultas.Hay errores que merecen ser escusados, y en losque pueden incidir los espíritus mas rectos yjuiciosos: tal nos parece el del Fiscal de Chile. Suconvencimiento es completo: no solo creia en losCésares, sino que se esforzaba á que todos lescreyesen.—Con semejantes atestaciones,exclamaba en su entusiasmo, parece que ya nodebe dudarse de la existencia de aquellaspoblaciones. Y realmente ¡cuan peligroso seria enun juez un sistema de investigacion llevado hastala incredulidad y el escepticismo! ¡Cuaninsuperables serian las trabas que opondria alcurso de la justicia una conciencia incontentable,que desconfiase de la razon, y protestase contrasus fallos!…No eran hombres vulgares los PP. Mascardi,Cardiel y Lozano, y todos ellos participaron de esteengaño, trabajando con ahinco para generalizarlo.
Uno de ellos fué víctima de su celo apostólico:—los otros estaban dispuestos á imitarle, por lapersuasion en que estaban de hallar un pueblo,falto de los auxilios de la religion, aunque vivieseen la comodidad y la abundancia.Sin embargo, esta justificacion de un error que yano es posible disfrazar, debo esparcir dudas sobremuchos hechos históricos, por mas auténticos ycalificados que sean. Hay épocas en que la razonse ofusca al contemplar objetos nuevos éinusitados; y expuesto el hombre mas juicioso áuna serie continua de impresiones violentas, dejade analizarlas, y baja insensiblemente al nivel delas inteligencias vulgares, que todo lo ponderan yadmiran. Para cumplir con el precepto del sábio, niladmirari, se necesita estar en el pleno egercicio desus facultades, y haber contraido cierto hábito dedominar sus sentidos, siempre propensos áfascinar, y á engañarse. ¡Cuan distantes estabanlos conquistadores de América de este estado desosiego! Para ellos todo era motivo de arrebato. Elespectáculo de un nuevo mundo, de pueblosnuevos, de nuevas costumbres, y mas que todo,esas fuentes inagotables de riquezas, quebrotaban por todas partes con mas prontitud queel mismo deseo de poseerlas, mantenian á loshombres en una dulce y perpetua extasis. Sintomar el opio como los musulmanes, probaban lasmismas sensaciones, y les costaba trabajoarrancarse de ellas.Con estas disposiciones se forjaron tantasmentiras, y se formaron espedientes para
acreditarlas. Los casos mas inverósimiles, lossucesos mas extraños, las declaracionesevidentemente falsas y absurdas, encontrabansiempre testigos, y un escribano para certificarlas.El que quisiera recopilar estos embustes, formariauna obra voluminosa, y talvez divertida. Garcilaso,el menos crédulo de sus contemporáneos, no hapodido sustraerse de este embeleso; yaexagerando la sabiduria de las antiguasinstituciones del Perú; ya sus tesoros, ya lafecundidad de su territorio. Le habian quedadoalgunas dudas sobre la magnitud extraordinaria deun rábano del valle de Cuçapá, del que habia oidohablar vagamente, y se encontró en Córdoba conun caballero español, que acompañaba alGobernador de Chile cuando se trató de reconocery probar este hecho. Este español le dijo, "á fé decaballero hijodalgo, no solo ví cinco caballosatados á las ramas del rábano, sino que comí deél, y lo hallé muy tierno."Con este motivo le habló tambien de un melon delmismo valle de Ica, que pesaba cuatro arrobas ytres libras, y del que se tomó fé y testimonio anteescribano!—De este modo cundia el fraude porobra de aquellos mismos que debian atajarlo, y sesorprendia la conciencia pública hasta en losdocumentos auténticos.La poca instruccion que reinaba en las clasesprivilegiadas, favorecia estas imposturas, y haciamas dificil su manifestacion. La geografia, quedebió haber adelantado en proporcion de losdescubrimientos, quedaba estacionaria; y solo al
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