Escenas Monta?esas
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The Project Gutenberg EBook of Escenas Monta esas, by D. Jos M. de Pereda � �This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and withalmost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away orre-use it under the terms of the Project Gutenberg License includedwith this eBook or online at www.gutenberg.netTitle: Escenas Monta esas �Author: D. Jos M. de Pereda�Release Date: June 15, 2004 [EBook #12627]Language: SpanishCharacter set encoding: ISO-8859-1*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK ESCENAS MONTA ESAS ***�Produced by Stan Goodman, Virginia Paque and the Online DistributedProofreading Team. OBRAS COMPLETAS DE D. JOS� M. DE PEREDA DE LA REAL ACADEMIA ESPA�OLA TOMO V ESCENAS MONTA �ESAS MADRID 1919ADVERTENCIA_Ha llegado el momento de realizar el prop sito anunciado en la que se �estampa en el tomo I de esta colecci n de mis_ OBRAS; _y le realizo �incluyendo en el presente volumen los cuadros_ Un marino, Los bailescampestres _y_ El fin de una raza, _desglosados, con este objeto, dellibro rotulado_ ESBOZOS Y RASGU OS, _en el cual aparecer n, en cambio y � �en su d a_, Las visitas y � C mo se miente!, _que hasta ahora han formado � �parte de las_ ESCENAS MONTA ESAS. _Por lo que toca � _ La primera �declaraci�n _y_ Los pastorcillos, _si alg n lector tiene el mal gusto de �echar de menos estos cap tulos en cualquiera de los dos libros, entienda �que he resuelto darles ...

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The Project Gutenberg EBook of Escenas Monta esas, by D. Jos M. de Pereda � � This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at www.gutenberg.net Title: Escenas Monta esas � Author: D. Jos M. de Pereda� Release Date: June 15, 2004 [EBook #12627] Language: Spanish Character set encoding: ISO-8859-1 *** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK ESCENAS MONTA ESAS ***� Produced by Stan Goodman, Virginia Paque and the Online Distributed Proofreading Team. OBRAS COMPLETAS DE D. JOS� M. DE PEREDA DE LA REAL ACADEMIA ESPA�OLA TOMO V ESCENAS MONTA �ESAS MADRID 1919 ADVERTENCIA _Ha llegado el momento de realizar el prop sito anunciado en la que se � estampa en el tomo I de esta colecci n de mis_ OBRAS; _y le realizo � incluyendo en el presente volumen los cuadros_ Un marino, Los bailes campestres _y_ El fin de una raza, _desglosados, con este objeto, del libro rotulado_ ESBOZOS Y RASGU OS, _en el cual aparecer n, en cambio y � � en su d a_, Las visitas y � C mo se miente!, _que hasta ahora han formado � � parte de las_ ESCENAS MONTA ESAS. _Por lo que toca � _ La primera � declaraci�n _y_ Los pastorcillos, _si alg n lector tiene el mal gusto de � echar de menos estos cap tulos en cualquiera de los dos libros, entienda � que he resuelto darles eterna sepultura en el fondo de mis cartapacios, y �ojal � pudiera tambi n borrarlos de la memoria de cuantos los han � conocido en las anteriores ediciones de las_ ESCENAS! _Con este trastrueque, merced al cual ganan algo indudablemente ambas obras en unidad de pensamiento y en entonaci n de colorido, se hace � indispensable la supresi n del pr logo de mi insigne padrino literario, � � Trueba, el cual pr logo es un an lisis� de las_ ESCENAS, _cuadro por� cuadro, y en el orden mismo en que se publicaron en la primera edici n; � y suprimido este pr logo, claro es que debe suprimirse tambi n el m�o, � � que le precede en la edici n de Santander y no contiene otro inter s � � para los lectores que el engarce de unos p rrafos de Men ndez y Pelayo, � � en los cuales se ventila la ligera una cuesti n de arte que el mismo � � ilustre escritor trata con la extensi n debida en el estudio que va al � frente del tomo I de estas_ OBRAS. _Y con esto, y con a adir que todos los cuadros de este libro que no� lleven su fecha al pie, alguna advertencia que indique lo contrario, � son de la edici n de 1864, queda advertido cuanto ten � a que advertir al � p�blico en este lugar su muy atento y obligado amigo_, J.M. DE PEREDA. Septiembre de 1885. SANTANDER (ANTA �O Y OGA O�) I Las plantas del Norte se marchitan con el sol de los tr picos. � La esclavizada raza de Mahoma se asfixia bajo el peso de la libertad europea. El sencillo aldeano de nuestros campos, tan risue o y expansivo entre � los suyos, enmudece y se apena en medio del bullicio de la ciudad. Todo lo cual no nos priva de ensalzar las ventajas que tienen los _C �rmenes_ de Granada sobre las estepas de Rusia, ni de empe arnos en � que usen tirillas y fraque las kabilas de Anghera, y en que dejen sus tardas yuntas por las veloces locomotoras nuestros patriarcales campesinos.... Pero s me autoriza un tanto para reirme de esas largas disertaciones� encaminadas demostrar que los nietos de Ca n� no supieron lo que era � felicidad hasta que vinieron los f sforos al mundo, , mejor dicho, los � � fosforeros, como si dij ramos,� los hombres de oga o. � � Y me r o muy descuidado de la desde� osa compasi n con que hoy se mira � � � los tiempos de nuestros padres, porque stos, en los suyos, tambi n se � � re�an de los de nuestros abuelos, que, asimismo, se rieron de los de sus antepasados; del mismo modo que nuestros hijos se reir n ma ana de � � nosotros; porque, como es p blico y notorio, las generaciones, desde � Ad �n, se vienen riendo las unas de las otras. Qui n� hasta hoy se haya re do con m s raz n, es lo que a �n no se ha � � � podido averiguar y es probable que no se averig e hasta que r a el � � �ltimo; pero que cada generaci n cree tener m s derechos que ninguna � � otra para reirse de todas las dem s, es evidente. � He dicho que el hombre se r e de cuanto le ha antecedido en el mundo; y � he dicho mal: tambi n se r e de lo que le sigue mientras le quedan� � mand�bulas que batir. Resultado: que el hombre no halla bueno y tolerable sino aquello en que �l toma parte, en que la toman los de su lechigada. Mientras es actor � en los sucesos del siglo en que nace, todo va bien; pero desde el momento en que, gastado el eje de su vida, se constituye en mero espectador, nada es de su agrado.--Abrid la historia de las pasadas sociedades; leed al fil sofo cr tico m s reverendo, y le ver � is mientras � � � se jacta de haber dado ensanche al patrimonio ruin de la inteligencia que hered de sus mayores, lamentarse de los locos extrav � os de la de � sus hijos. Y cuando los nuestros entreguemos ma �ana el imperio del mundo, � palparemos m s evidente esta verdad. Una vez apoderados ellos del cetro, � ver�is lo que tarda nuestra generaci n, entonces caduca impotente, en � � llamarlos dementes y desatentados; casi tan poco como en que ellos nos miren con l stima, y, alumbrados por el sol de la electricidad, se r� an � � nuestras encanecidas barbas de los resoplidos del vapor de nuestras locomotoras. Y esto qu � significa? � Que la humanidad siempre es la misma bajo los distintos disfraces con que se va presentando en cada siglo. Y si el lector al llegar aqu , y en uso de su derecho, me pregunta qu � � � conducen las anteriores perogrullescas reflexiones, le dir que ellas � son lo nico� que saqu en limpio de mi ltima� sesi n con mi buen amigo � � don Pelegr n. � Don Pelegr n Tar n es un se� or fechado a� n m s all de la � ltima decena � � � � del siglo XVIII, uno de esos hombres cuyo conocimiento se hace en el caf� con motivo de una jugada las damas, la duda de una fecha, el � � � relato de un episodio de la
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